23 jun 2008
17 jun 2008
Gente sin complejos
15 jun 2008
La Playa de la Nostalgia
Hacia el final de la Playa Victoria de Cádiz, ya llegando al fuerte de La Cortadura, pase los veranos durante los primeros veinte años de mi vida. Mis abuelos vivían en el centro y veraneaban en Puertatierra, ya se ve poco, pero antes era muy común. Los recuerdos de los primeros veraneos en la Playa Victoria son entrañables, eran largos, de junio a septiembre. Por aquel, entonces no existía el paseo marítimo, que años más tarde construiría el alcalde Carlos Díaz. Era la época de las casetas familiares, los días de playa eran eternos, empezaban con unos churros en el Bar Stop, y acaban con unas caballas hechas en la arena, y algún que otro tanguillo nocturno. Me vienen a la memoria personajes como Isabel la del Kiosco de Camy, Cristobal el de los camarones, o Marchena El Picuito, un vagabundo ataviado con un largo abrigo negro de paño que era el terror de los niños. Teníamos dos casetas, una para el ajuar playero, hamacas, sombrillas, los cubos y otra en la que se hacia la vida durante el día. Nada mas llegar, se llenaban las garrafas de 10 litros y se ponían al sol – no había agua caliente- , y por la tarde, antes de irte, te proporcionaban una agradable ducha. Eran veranos con sabor a fideos con caballas de Maruja Palo, a helados de "Tutti Frutti" de la heladería Mira. Las mareas de Santiago inundaban completamente la Playa, llegando hasta las casetas, para los niños aquello se convertía en un gran lago donde jugar a ser piratas.
Con la adolescencia, llego el nuevo paseo marítimo, se acabaron las casetas, a las que sustituyo un apartamento a la misma altura- Paseo Marítimo 27-. Las primeras salidas, los primeros amoríos veraniegos, la Velá de Los Angeles – ya desaparecida- , las barbacoas del Carranza que nada tenían que ver con las actuales, y que celebrábamos en la muralla de Cortadura, las primeras resacas - como eran-.
En fin, toda una vida, en aquellos 500 mts. de playa. Fueron muchos veranos vividos intensamente, años de juventud - ahora entiendo lo de divino tesoro- . Y todo se acabo bruscamente cuando mi abuelo murió. Ya nunca volvimos por allí. Los veranos cambiaron, ni peores ni mejores, simplemente diferentes, ese cacho de playa ya no formaba parte de ellos. Viajes con los amigos, Pamplona por San Fermines, muchos fines de semana en el Puerto, y por ultimo la compra de una casita en Chiclana. Sin darme cuenta pasaron once largos años, en los que nunca tuve una excusa para volver a aquel rincón de la Playa Victoria. En todos los recuerdos felices de mi vida esta esa parte de la playa.
Este fin de semana, llego el momento, y enfilando la calle Nereida con pie firme me dispuse a bajar a la playa, nada mas poner el pie en la arena, el blanco de los ojos se cristalizó, y todos los recuerdos volvieron de golpe….las garrafas de agua, el sabor a fideos con caballa, los amigos, los abuelos, las mareas de Santiago, todo vino de golpe. Descubrí de repente que todo era un bonito sueño que habitaba en mi cerebro. El medio físico permanecía inalterable, pero ni estaban las personas y sobre todo yo, ya no era el mismo. Tan solo queda el paisaje y el mar, que invitan a la nostalgia de un mundo, que para siempre y sin billete de retorno, simplemente dejo de existir.