Hay ciertas visitas obligadas todos los veranos, una de ellas para mi es la Librería Raimundo de Cádiz -Plaza de San francisco, 4-, con un pasado tan ilustrado, suele uno encontrar auténticas joyas, procedentes de las amplísimas bibliotecas particulares que existían en la ciudad. Y en esta última visita me hice con un ejemplar del erudito gaditano Adolfo de Castro y Rossi, titulado Combates de Toros en España y Francia, editado en 1889. De su lectura sorprenden algunas curiosidades que en el se recogen, de las cuales os transcribo algunos pasajes:
Más adelante nos relata:
El debate antitaurino fomentado por los ilustrados en Francia durante el siglo XVIII también es ampliamente tratado aunque a ese tema, por extenso, le dedicaremos otro post mas adelante.
PD: Indagando en Iberlibro, descubro que el libro ha sido editado en edición fascimil por la Fundacion Biblioteca Manuel Ruiz Luque, http://www.extramuros.es/
Los ingleses no se han dedicado en su nación a combatir o lidiar con
toros.
Sin embargo, una vez en España se ha dado una fiesta de toros por ingleses, noticia por cierto muy peregrina, y que consta en las actas del ayuntamiento de Cádiz. Cuando Jacobo II, hijo de Carlos I y Duque de York, subió al trono en 1685, los ingleses residentes en Cádiz pidieron permiso para solemnizar el acontecimiento con unas fiestas de toros en la plaza Real ó corredera, lo que les fue otorgado gratamente por el municipio. Para esta concesión influiría lo de saberse que aquel Rey profesaba la fe católica. Los vecinos de aquel país en Cádiz tomaban la iniciativa, y la nobleza, clero y pueblo secundaban el pensamiento.
Más adelante nos relata:
No faltara quien desee saber cómo, ó cuando, ó donde empezó la costumbre deDe las noticias que de las corridas españolas tenían a nivel internacional y sobre todo en Francia, nos cuenta:
sacar de las plazas con mulas o caballos los toros muertos. Antes los arrastraban hombres al uso del circo romano con los gladiadores, los bestiarios y las fieras.
Nadie crea que tuvo origen en Andalucía. Cuando la ciudad de Burgos celebró fiestas por los casamientos de Isabel de Borbón con Felipe IV siendo príncipe, y de Doña Ana de Austria con Luis XIII de Francia, hubo una novedad para los cortesanos presentes.
En Madrid, cuando matan a un toro, entran por el ganapanes. Aquí (en Burgos) entran cuatro mulas, no domadas, con sus cuerdas tirantes. Y estando el toro desjarretado, las meten en el coso y amarran al toro, y como van huyendo de él, tiran tanto, que lo hacen saltar, y de esta manera regocijan mucho a la gente, y pareció muy bien como cosa nunca vista.
Cádiz, ciudad clásica de estas fiestas, tan frecuentada de extranjeros, por
tantos comerciantes como en ella residían, y mas con la permanencia de la
escuadra y guarniciones francesas en Cádiz y San Fernando.
El debate antitaurino fomentado por los ilustrados en Francia durante el siglo XVIII también es ampliamente tratado aunque a ese tema, por extenso, le dedicaremos otro post mas adelante.
PD: Indagando en Iberlibro, descubro que el libro ha sido editado en edición fascimil por la Fundacion Biblioteca Manuel Ruiz Luque, http://www.extramuros.es/
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